Sales de casa, caminas por la calles y las pantallas reaccionan a tu paso, figuras abstractas, personas que te miran que hablan contingo desde los numerosos soportes digitales, luces se encienden, sombras te siguen. Comienzas a escuchar voces, parecen que vienen de tu cabeza, es un hervidero de personalidades luchando por poseer tu atención desde las diferentes tiendas y vallas publicitarias. Al mismo tiempo tu reproductor de música y tu móbil no cesan de iluminarse y vibrar fruto de los cupones descuento y ofertas de las tiendas por las que pasas al lado. De pronto te viene a la cabeza esa canción que te enganchó el fin de semana, no sabes el artista, pero si el estrebillo, se lo cantas a tu móvil y rápidamente averiguas el título de la canción y el intérprete y lo descargas desde Internet para escucharlo, al hacerlo te ofrecen cientos de recomendaciones muy acertadas. La canción no te ha costado nada, pero has de aguantar una cuña publicitaria de 20 segundos para oírla. Mientras esperas el metro más pantallas y televisiones te mostrarán información, algunas volverán a reaccionar a tu paso, dentro del metro más pantallas, más imágenes interactuando contigo, para distraerte jugarás a algún juego en el móbil, los decorados del juego están llenos de marcas y la compra de sus productos incrementarán tu poder. Por fin llega tu parada… fin del viaje y hora de ponerse a trabajar.